COMENTARIOS, REFLEXIONES Y DEBATES

Para incitar al debate, comentario o reflexión voy a dejar constancia de tres citas que han surgido al vuelo de alguna de las exposiciones de los "diálogos con la filosofía":

"La muerte hace de la vida humana un destino" André Malraux

"Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos" Antoine de Saint-Exupéry
"Todo el mundo se aparta cuando ve pasar un hombre que sabe a dónde va" (del mismo autor)


La primera cita se refiere al sentido de la existencia humana, famoso tema de la filosofía de todos los tiempos pero más aún del pensamiento contemporáneo, de los tiempos en los que el sistema, cada vez más poderoso e incontrolable, favorece la cultura del individualismo o más bien del aislacionismo consumista.
La conciencia de la muerte es una parte fundamental de la  toma de conciencia de la realidad y de la formación misma de la conciencia como algo más que un mero reflejo de nuestros afectos y nuestro entorno, en ella emerge el yo. El yo es la parte de nuestra vida psíquica que no se conforma. La muerte nos urge a encontrarle un sentido a la vida y ese sentido es inseparable de buscarle un destino, una dirección por donde transitar, algo que hacer.

Las dos frases de Antoine son propias del lenguaje poético y literario como corresponde a su autor. En este lenguaje también se han escrito grandes pensamientos e incluso notables obras de filosofía.
La primera hace referencia a un tema muy de actualidad: la inteligencia emocional. A pesar de haberse puesto de moda en los últimos tiempos el tema es antiguo: ya Platón habló del amor como vía del conocimiento y la propia palabra "filosofía" hace referencia a esa empatía con el saber, a ese deseo.
La segunda frase tiene también cierta relación con la primera: la empatía tiene sus trucos, la persona que da una imagen de seguridad y firmeza es más creíble, incluso más atractiva psicológicamente como saben muy bien los estudiosos del marketing o del liderazgo, pero nuestro amigo Antoine creo que se refiere a algo más interesante y más profundo, a esa seguridad que aporta la convicción no banal ni fanática, la verdadera sabiduría; en este sentido la expresión "saber a dónde va" no se refiere a la seguridad del que marcha balando detrás del gran líder, ni al que se mueve impulsado por su propia y compulsiva obsesión, se refiere a la seguridad del que no necesita otra base que la fuerza de la razón aliada a los sentimientos de dignidad e independencia. Es el yo que no se conforma cuando sabe a dónde ir.

Ética y política: el gran problema del mal

En la exposición y posterior debate del último tema surgió el problema del mal; era inevitable puesto que estábamos tratando del universo moral. Al respecto se me ocurrió señalar en mi exposición que el problema de la religión (al menos el de la religión monoteísta) es explicar la existencia misma del mal, mientras que el problema de la filosofía es encontrar un bien universal. Pero, como se puso de manifiesto en el debate, esto no significa que el mal no sea un gran problema también para la filosofía; también ella ha de explicar el origen y naturaleza del mal, es un asunto implicado en el estudio de nuestra propia naturaleza y en el debate mismo sobre el bien moral (no podemos saber qué es el bien sin un conocimiento simultáneo del mal y en ambos casos conviene también conocer su origen)
Quizás habría que empezar explicando porque el mal es un problema: para algunos no lo es, el problema para ellos es el empeño de la sociedad, de determinadas instituciones e individuos, de hacer del mal un problema, de perseguirlo, castigarlo y querer acabar con él. La cuestión es que los que esto opinan suelen también afirmar que el mal es el verdadero bien; así pues estamos en el mismo debate, tratando el mismo tema y constatando que en este, como en los otros grandes temas, hay diversidad de enfoques y opiniones, a veces tan radicalmente contrarios como en este caso. La religión tiene su particular versión en este debate: el satanismo, el culto al maligno, al anticristo, al Dios de la maldad, con sus complejidades teológicas y rituales que en nada tienen que envidiar a las de las otras religiones; en lugar de conjurar el miedo y el horror producidos por la maldad parece que la estrategia consiste en aliarse con ellos, en formar parte de su ejercito poderoso. Personas que se sienten marginadas o rechazadas por el sistema y las creencias mayoritarias pueden encontrar así una justificación, un encaje en lo colectivo, una canalización a sus pulsiones, frustraciones o temores, aunque también hay que señalar que en ocasiones resulta difícil distinguir lo satánico de la piedad y la misericordia divinas interpretadas por ciertos seguidores de las religiones clásicas.
En el debate filosófico, que entre otras cosas ha intentado superar las desastrosas guerras de religiones, encontramos desde el principio las siguientes posiciones:
- El mal está en la naturaleza humana, en nuestro origen, tal como relata el mito del pecado original ( de donde se deduce que sin la ayuda de algo externo a nosotros, sea la gracia divina o el gran poder del Estado Tiránico nunca podremos alcanzar la bondad). En la actualidad, la versión científica ha sustituido o complementado la argumentación religiosa o filosófica y así los etólogos se refieren al poder del instinto, camuflado detrás de la cultura, mientras que los estudios genéticos nos hablan de los factores heredados de la conducta y el carácter.
- El mal está en la sociedad, en el orden social impuesto por los intereses del poder que fomenta el conformismo, el sometimiento, el egoísmo, la mentira y la ignorancia. También desde el punto de vista científico encontramos apoyo para esta visión, por ejemplo en los estudios psicológicos y sociológicos que nos muestran la importancia determinante del medio familiar y del entorno social inmediato; "al hombre lo hace la tribu" (la familia, la barriada, la etnia, la clase social...)

Frente a este binomio clásico hay también posiciones de síntesis que tienen la gran ventaja de que permiten concretar e individualizar, pues los distintos factores no actúan como una fórmula fija (25% de cada uno p. ej.) sino en distintas proporciones según individuos, culturas y situaciones históricas. En este sentido me parece muy aprovechable, como señalé en las referencias de las charlas, la imagen de la botella: nuestra vida psíquica, nuestro carácter, puede estar "cargado" hasta una cierta cantidad, por encima o por debajo de la mitad, pero el resto es nuestro, y al decir nuestro no me refiero solo al individuo, sino a la familia, la escuela, la sociedad... así pues, si lo llenamos de maldad o de bondad tendremos individuos muy diferentes, aunque inicialmente tuvieran la misma carga. Esto permite una cosa muy importante: no eludir la responsabilidad individual y política. esa es precisamente la primera tarea de los ideólogos del poder: en el mundo feliz del consumismo todo sucede como debe suceder, como esta escrito en la naturaleza o en los libros de contabilidad, no hay culpas ni responsabilidades, solo desgracias ocasionales e inevitables.

Pero antes de seguir habremos de resolver qué es el bien, cómo distinguirlo, o al menos, en qué consiste el mal. Naturalmente nos estamos refiriendo al mal moral, porque el mal que se refiere a la naturaleza ("amigos" neoliberales) tal como los terremotos y los huracanes, es otra cosa, aquí nos estamos refiriendo al mal o el bien que causamos o nos causan, intencional y conscientemente y del que tenemos que responder ante nosotros mismos o ante los demás.
Hacer daño sin necesidad, hacer el bien sin condiciones previas podrían ser formulaciones del mal y el bien más o menos generales, pero luego viene la casuística y la cosa se complica. También están las formulaciones de tipo kantiano: Trata a los demás como quieres ser tratado por ellos (como un fin, no como un medio), no des lo que no te gusta recibir etc. Tienen la ventaja de ser irreprochables desde el punto de vista de la lógica y por tanto potencialmente universales y necesarias, como quería Kant, tienen la desventaja de su dificultad en este mundo.
Pero ¿están de acuerdo con esto los neoliberales? (al fin y al cabo, son los que mandan) ¿acaso no es - como ellos dicen - el egoísmo y el afán de lucro el gran motor de la libertad y del progreso?. Quizás a algunos les parezca muy audaz este planteamiento , y si están meciéndose en el mar encima de unos cuantos millones puede que les parezca hasta inteligente, pero en realidad no es sino otra versión del mal convertido en bien por lucro o interés, es decir, una especie de satanismo laico, y solo funciona el tiempo que la mayoría tarda en descubrir el cuentito: que no hay progreso ni libertad más que para unos cuantos y, lo que es aún peor, que la globalización de esa moral, un grosero darwinismo social, está preparando el holocausto de todos.

A propósito de algunas de las expresiones que acabo de usar como neodarwinismo y neoliberalismo; tienen en común un truquito: utilizan un término neutro o prestigioso para colarnos un producto mucho menos noble (el racismo en el primer caso, la dictadura de las oligarquias capitalistas en el segundo). Lo mismo sucedió con el nacionalsocialismo alemán o con la dictadura del proletariado de "el camarada" Estalin. 






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