ALMA
DIÁLOGOS CON LA FILOSOFÍA
4ª Sesión: El alma
1º.- ¿Quién soy yo?: el camino de la filosofía.
2º.- El alma, el yo y la conciencia.
3º.- ¿Espíritu o materia?
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El alma y el átomo (Leucipo y Demócrito)
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El alma: espíritu e idea (Platón)
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El alma como principio vital (Aristóteles)
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El alma y el Dios Creador; el libre albedrío.
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El alma como conciencia, libertad y Razón.
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El alma y el despliegue dialéctico del Espíritu (Hegel)
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El alma como voluntad (Schopenhauer, Nietzsche)
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El alma como conciencia social (Marx)
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El alma como epifenómeno del inconsciente (Freud)
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El alma como genoma y neurona.
4º.- ¿Hay todavía un lugar para el alma?
5º.- Una respuesta positiva.
TEXTO
Aquel
bípedo que no había perdido del todo su pelaje levantó la mirada y contempló el
cielo y el horizonte, y presintió el espacio y el tiempo, la eternidad y el
infinito; las dimensiones donde se aprecian la soledad y el estremecimiento
de la existencia humana.Entre el ruido y el silencio
entre el Ser y la Nada
en el océano inmenso del vacío
bracea el ser humano.
RESUMEN
A la pregunta de quien soy yo la tradición o la religión aportan respuestas contundentes, aportan también la garantía de alguien superior a nosotros y más fiable; ¡solo que hay que tener fe!.
El camino de la filosofía es más duro, reclama esfuerzo personal, autonomía, saber razonar y escuchar.
A esta pregunta se han dado multitud de respuestas, desde las puramente descriptivas (mono desnudo, bípedo implume...) a la existencial (hijo de la nada). También están las respuestas clásicas, el ser humano como animal racional o animal de cultura; las respuestas psicológicas, hijo del deseo y de la muerte, producto de la infancia o del condicionamiento social; y finalmente las respuestas que hacen hincapié en la herencia genética y en el funcionamiento bioquímico del cerebro.
En todas estas respuestas hay mucho de verdad, pero nos da la impresión de que en todas falta algo. Recordemos otra cita célebre: "todo la animal está en el hombre, pero el hombre no es todo el animal". ¿Dónde está la diferencia?
Quizás podamos ponerle nombre a la respuesta si introducimos la palabra "conciencia": yo soy mi conciencia, quien se interroga, quien se interpela, quien dialoga consigo mismo; soy quien se analiza y se critica, soy quien desea ( pues ningún deseo importante es del todo inconsciente) y ,sobre todo, soy el que quiere ser más de lo que es. Soy mi mundo interior, soy mi alma.
Hay dos momentos especiales de la conciencia: cuando la perdemos total o parcialmente (y entonces nos perdemos a nosotros mismos) y cuando entramos en éxtasis y entonces no deseamos ser más de lo que somos, por el contrario, deseamos ser lo que somos en ese instante para siempre. Entonces experimentamos la eternidad, escapamos de las circunstancias que nos determinan, vivimos por encima del espacio y del tiempo... Por desgracia, poco a poco o bruscamente, tenemos que regresar a nuestra limitada dimensión.
Y ¿dónde está la conciencia?. La respuesta clásica, que aún conservamos, es que la conciencia está en el alma, junto con una serie de funciones o capacidades especiales,
como la memoria, la ´lógica, el lenguaje, la sensibilidad moral, artística, social, la voluntad. Si queremos sustituir este concepto por otro más moderno nos vamos a a ver en algún aprieto (¿cuerpo?, ¿sistema nervioso?, ¿cortex cerebral?).
La dificultad de entender al alma y de situarla dentro el cuerpo ya la vieron los antiguos pensadores y pronto apareció la confrontación de dos visiones: la materialista (atomistas) y la espiritualista (Pitágoras, Platon).
Aristóteles, como buen naturalista, une el alma a la fisis y la sitúa como principio vital de los seres vivos, como depositaria de su forma sustancial, de su esencia o naturaleza interna.
El cristianismo convierte ese principio vital en un don de Dios, un principio espiritual que explica nuestra semejanza con él y nuestro lugar privilegiado en el ámbito de la Creación. Ese don lleva inherente la libertad de elección, el libre albedrío, y , por lo tanto, la responsabilidad moral.
Como ya hemos vito, en la Edad Moderna el alma es sobre todo conciencia, razón, pensamiento que debe gobernar al ser humano para la consecución de sus fines individuales y colectivos.
Hegel entiende el alma humana como un momento del despliegue del Espíritu. Schopenhauer y Nietzsche como voluntad, Marx como conciencia de clase, Freud como un epifenómeno del inconsciente y las ciencias contemporáneas (biología y neurología) como genoma y neurona.
¿Queda un lugar para el alma?, ¿dónde se esconde?. Parece difíciñ de localizar, ente el poder de la herencia y del entorno, constreñida por la naturaleza de los materiales que nos constituyen y el espacio y el tiempo en el que habitamos. Al alma en nuestro cuerpo le pasa como a Dios en el Universo, que cada vez le queda menos espacio. Y sin embargo no paran de crecer los libros de autoayuda y las referencias a la importancia de reforzar la voluntad y el pensamiento positivo. ¿Acaso echamos de menos lo que hemos perdido porque no encontramos nada nuevo que lo sustituya?
Si no existiera el alma o algo parecido ¿qué puede hacer la conciencia? ¿qué puede hacer el yo, "ese maldito yo", comprimido como está entre las estructuras bioquímicas heredadas, las experiencias determinantes de la infancia, con sus deseos mal gestionados y sus traumas, con sus hábitos convertidos en una segunda naturaleza y con sus circunstancias sociales?
Puede que al alma, sea lo que sea y esté donde esté, le quede un lugar pequeño, pero a veces lo minúsculo resulta decisivo, a veces nos salvamos por la mínima diferencia (la evolución biológica está llena de ejemplos).
¿Podemos revelarnos contra el "aciago Demiurgo", contra el lastre del pasado, contra el temor y la muerte? Sí podemos, decir lo contrario sería decir que solo podemos ser objeto de manipulación por parte del poder, o juguetes manejados por un absurdo destino.
Yo soy mi conciencia creadora que busca lo bello.
Soy mi conciencia moral que busca lo sublime.
Yo no soy mis limitaciones, sino mi deseo de superarlas.
No soy mi pasado, sino el afán de superarlo y trascender las miserias del presente.
Como conciencia creadora soy la negación de la muerte, y la he vencido en lo único en que ella puede dañarme: el miedo a morir.
En todas estas respuestas hay mucho de verdad, pero nos da la impresión de que en todas falta algo. Recordemos otra cita célebre: "todo la animal está en el hombre, pero el hombre no es todo el animal". ¿Dónde está la diferencia?
Quizás podamos ponerle nombre a la respuesta si introducimos la palabra "conciencia": yo soy mi conciencia, quien se interroga, quien se interpela, quien dialoga consigo mismo; soy quien se analiza y se critica, soy quien desea ( pues ningún deseo importante es del todo inconsciente) y ,sobre todo, soy el que quiere ser más de lo que es. Soy mi mundo interior, soy mi alma.
Hay dos momentos especiales de la conciencia: cuando la perdemos total o parcialmente (y entonces nos perdemos a nosotros mismos) y cuando entramos en éxtasis y entonces no deseamos ser más de lo que somos, por el contrario, deseamos ser lo que somos en ese instante para siempre. Entonces experimentamos la eternidad, escapamos de las circunstancias que nos determinan, vivimos por encima del espacio y del tiempo... Por desgracia, poco a poco o bruscamente, tenemos que regresar a nuestra limitada dimensión.
Y ¿dónde está la conciencia?. La respuesta clásica, que aún conservamos, es que la conciencia está en el alma, junto con una serie de funciones o capacidades especiales,
como la memoria, la ´lógica, el lenguaje, la sensibilidad moral, artística, social, la voluntad. Si queremos sustituir este concepto por otro más moderno nos vamos a a ver en algún aprieto (¿cuerpo?, ¿sistema nervioso?, ¿cortex cerebral?).
La dificultad de entender al alma y de situarla dentro el cuerpo ya la vieron los antiguos pensadores y pronto apareció la confrontación de dos visiones: la materialista (atomistas) y la espiritualista (Pitágoras, Platon).
Aristóteles, como buen naturalista, une el alma a la fisis y la sitúa como principio vital de los seres vivos, como depositaria de su forma sustancial, de su esencia o naturaleza interna.
El cristianismo convierte ese principio vital en un don de Dios, un principio espiritual que explica nuestra semejanza con él y nuestro lugar privilegiado en el ámbito de la Creación. Ese don lleva inherente la libertad de elección, el libre albedrío, y , por lo tanto, la responsabilidad moral.
Como ya hemos vito, en la Edad Moderna el alma es sobre todo conciencia, razón, pensamiento que debe gobernar al ser humano para la consecución de sus fines individuales y colectivos.
Hegel entiende el alma humana como un momento del despliegue del Espíritu. Schopenhauer y Nietzsche como voluntad, Marx como conciencia de clase, Freud como un epifenómeno del inconsciente y las ciencias contemporáneas (biología y neurología) como genoma y neurona.
¿Queda un lugar para el alma?, ¿dónde se esconde?. Parece difíciñ de localizar, ente el poder de la herencia y del entorno, constreñida por la naturaleza de los materiales que nos constituyen y el espacio y el tiempo en el que habitamos. Al alma en nuestro cuerpo le pasa como a Dios en el Universo, que cada vez le queda menos espacio. Y sin embargo no paran de crecer los libros de autoayuda y las referencias a la importancia de reforzar la voluntad y el pensamiento positivo. ¿Acaso echamos de menos lo que hemos perdido porque no encontramos nada nuevo que lo sustituya?
Si no existiera el alma o algo parecido ¿qué puede hacer la conciencia? ¿qué puede hacer el yo, "ese maldito yo", comprimido como está entre las estructuras bioquímicas heredadas, las experiencias determinantes de la infancia, con sus deseos mal gestionados y sus traumas, con sus hábitos convertidos en una segunda naturaleza y con sus circunstancias sociales?
Puede que al alma, sea lo que sea y esté donde esté, le quede un lugar pequeño, pero a veces lo minúsculo resulta decisivo, a veces nos salvamos por la mínima diferencia (la evolución biológica está llena de ejemplos).
¿Podemos revelarnos contra el "aciago Demiurgo", contra el lastre del pasado, contra el temor y la muerte? Sí podemos, decir lo contrario sería decir que solo podemos ser objeto de manipulación por parte del poder, o juguetes manejados por un absurdo destino.
Yo soy mi conciencia creadora que busca lo bello.
Soy mi conciencia moral que busca lo sublime.
Yo no soy mis limitaciones, sino mi deseo de superarlas.
No soy mi pasado, sino el afán de superarlo y trascender las miserias del presente.
Como conciencia creadora soy la negación de la muerte, y la he vencido en lo único en que ella puede dañarme: el miedo a morir.
Comentarios
Primer párrafo: Relata el momento exacto en el que el ser que se convertirá en lo que hoy es el hombre, se da cuenta de que su habitad es más grade de lo que parecía. Inmediatamente compara su referencia, el YO, con el nuevo descubrimiento, que es el espacio y el tiempo descubiertos. En esa comparación se ve así mismo infinitamente pequeño e insignificante, de aquí el estremecimiento que le acoge.
Posiblemente el momento narrado en el primer párrafo no era muy frecuente entre los predecesores de aquellas épocas. A medida que hemos madurado como humanos, ese momento se ha ido haciendo más frecuente. Yo creo que aún hoy, con el pelaje perdido, hay un momento en nuestras vidas que levantamos la mirada al cielo por primera vez y sentimos el mismo estremecimiento que sintió aquel ser.
Segundo párrafo: Este párrafo quiere dar respuesta a la pregunta ¿Donde estoy?. Evidentemente, no es fácil contestarla. Para desmenuzar un texto tan pequeño harían falta paginas enteras. Por lo tanto, resumiré en que se puede llegar a la conclusión de que el mundo que nos rodea es una ilusión (me salto los razonamientos para llegar a esta conclusión). Por lo tanto, el ser humano (su consciencia) se encuentra entre el silencio de su interior y el ruido que capta del exterior, entre su Ser superior y la Nada de su cuerpo. En el océano inmenso del vacío de la materia, allí nos encontramos.
Otra respuesta más simple podría ser: Nos encontramos a la altura de los ojos, entre los átomos y las estrellas.
Un saludo
Nacho
En cuanto al segundo comentario, efectivamente el texto se refiere al lugar de ser humano en el Cosmos; al utilizar el tono poético invita a muchas interpretaciones de sus términos: el vacío,la Nada, el Ser,y lo importante es que sugieran esa interpretación, que te digan algo. Tu respuesta es una confirmación de esto último.
Un saludo
Luis